El gobierno francés, en una conferencia de prensa, describió su razón para las medidas drásticas. Según los funcionarios, los procesos de fabricación de Tesla se consideraron insostenibles, y la afluencia de automóviles fabricados en los Estados Unidos fue visto como una amenaza para el floreciente sector de vehículos eléctricos de la nación. La medida está siendo aclamada por algunos como un paso audaz hacia el logro de los objetivos ambientales y la protección de las industrias locales.

Sin embargo, las consecuencias han sido inmediatas y graves. El precio de las acciones de Tesla se ha desplomado, limpiando una porción significativa de la fortuna de Musk. El efecto Ripple se ha extendido más allá de Tesla, con otros fabricantes de automóviles estadounidenses experimentando fuertes disminuciones en su valor de mercado.

La comunidad internacional ha reaccionado con una mezcla de sorpresa y preocupación. El gobierno de los Estados Unidos ha condenado la decisión, etiquetándolo con proteccionista y perjudicial para el libre comercio. Los analistas de la industria están luchando para evaluar las implicaciones a largo plazo del movimiento de Francia, prediciendo posibles guerras comerciales y una remodelación del panorama automotriz global.
Musk, conocido por su naturaleza abierta, aún no ha emitido una declaración formal. Sin embargo, las fuentes cercanas al multimillonario sugieren que está “furioso” y explora todas las vías legales posibles para desafiar la decisión del gobierno francés.
La situación sigue siendo fluida, con el potencial de más consecuencias económicas y tensiones diplomáticas. A medida que el mundo observa, la pregunta sigue siendo: ¿El movimiento audaz de Francia establecerá un precedente para otras naciones, o finalmente será contraproducente, lo que llevará a una guerra comercial global?