El 7 de mayo de 1915, el majestuoso transatlántico RMS Lusitania, considerado por muchos como “insumergible”, fue hundido por un torpedo alemán frente a las costas de Irlanda. En tan solo 18 minutos, el buque se convirtió en una tumba marítima para 1.198 personas, incluidos 120 niños y cientos de ciudadanos estadounidenses. Aunque a menudo eclipsado por el Titanic, este evento fue aún más escalofriante por una razón: no fue solo un accidente marítimo, sino un acto político calculado.

Desde hace más de un siglo, la historia oficial ha descrito el hundimiento del Lusitania como una tragedia de guerra. Sin embargo, investigaciones recientes revelan una verdad más inquietante: el gobierno británico tenía conocimiento previo de los movimientos del submarino alemán U-20, pero decidió no advertir al buque civil. ¿El motivo? Provocar la indignación pública en Estados Unidos y justificar su entrada en la Primera Guerra Mundial.
La prensa de la época había recibido múltiples advertencias de Alemania indicando que cualquier barco que navegara hacia zonas de guerra corría el riesgo de ser atacado. Incluso, la embajada alemana publicó avisos en los periódicos estadounidenses advirtiendo a los pasajeros. A pesar de ello, el Lusitania zarpó desde Nueva York hacia Liverpool, cargado con pasajeros… y, según documentos desclasificados, también con municiones militares camufladas.
El hundimiento no solo causó la muerte de inocentes, sino que también sirvió como catalizador geopolítico. La opinión pública en EE.UU. se tornó contra Alemania, allanando el camino para que el presidente Woodrow Wilson rompiera su neutralidad y entrara en la guerra en 1917. Se trató, según algunos historiadores, de un “sacrificio calculado”.
El caso del Lusitania ha sido, durante décadas, un ejemplo claro de cómo la verdad puede ser manipulada en tiempos de guerra. Documentales y libros como Mortal Voyage y Dead Wake han profundizado en los oscuros secretos detrás del hundimiento. Hoy, gracias a plataformas como “Mật Mã Đen Trắng” (El Código Blanco y Negro), esta historia vuelve a la luz, desafiando la narrativa oficial y mostrando cómo las víctimas del Lusitania fueron piezas en un juego de ajedrez político.
La historia del RMS Lusitania no solo merece ser recordada como una tragedia naval, sino como un acto de guerra encubierto, una masacre silenciosa donde la política se impuso sobre la humanidad. Recordarla es un acto de justicia histórica.