En uno de los momentos más caóticos y controvertidos de la memoria judicial reciente, las tensiones estallaron entre el juez de la Corte Suprema Ketanji Brown Jackson y el senador John Kennedy (republicano de Luisiana) durante un simposio jurídico a puertas cerradas que dio un giro sorprendente: culminó en una dramática retirada, un ardiente insulto sureño y una sala del tribunal sumida en silencio.
Según varias fuentes dentro de la conferencia judicial de alto nivel —una reunión poco común de legisladores, jueces y académicos de derecho destinada a discutir las implicancias más amplias de un reciente fallo histórico de la Corte Suprema— el juez Jackson abandonó la sesión, visiblemente furioso, después de una reprimenda mordaz y teatral por parte del senador Kennedy.
Lo que comenzó como un acalorado debate sobre la decisión de la Corte, con 5 votos a favor y 4 en contra, se convirtió rápidamente en un enfrentamiento verbal a gran escala. El juez Jackson, defendiendo la opinión mayoritaria de la Corte, acababa de exponer la justificación constitucional del fallo cuando Kennedy tomó la palabra y lanzó una crítica mordaz.
“¡Ni una zarigüeya de Luisiana entendería esta tontería!”, gritó Kennedy, azotando el informe. “Han retorcido la Constitución hasta convertirla en un pretzel y la han llamado progreso”.
Los asistentes afirman que Jackson intentó responder, pero fue interrumpido repetidamente por Kennedy, cuya voz resonante dominaba la sala. Los testigos afirman que el juez pareció atónito e insultado al ver que Kennedy acusaba a la Corte de “elitismo académico disfrazado de toga negra”.
En ese momento, lo que ocurrió a continuación dejó a la sala en total incredulidad.
Según dos asistentes y un asistente que confirmaron la escena, la juez Jackson se puso de pie, se quitó la toga judicial, la arrojó sobre la silla detrás de ella y dijo en voz alta:
Si así tratan al tribunal supremo del país, no seré parte de él. Ni hoy ni nunca más.
Luego salió furiosa de la cámara, dejando a su paso jadeos.
“No se desnudó, como exageran algunos titulares”, aclaró un corresponsal legal presente. “Se quitó la bata —un gesto simbólico y conmovedor—, pero mantuvo la compostura y la profesionalidad en todos los demás aspectos. Aun así, el mensaje era inequívoco: se sentía humillada y no iba a tolerarlo”.
La impactante escena ha desatado una polémica en círculos jurídicos y políticos. Los juristas reaccionaron rápidamente, muchos expresando su preocupación por lo que califican de una ruptura sin precedentes del decoro entre los poderes legislativo y judicial.
“Esto no fue solo un desacuerdo”, dijo la profesora Elena Hartridge, de la Facultad de Derecho de Georgetown. “Fue una bomba política lanzada al corazón de la independencia judicial”.
Otros, particularmente los aliados de Kennedy, defendieron sus comentarios como apasionados, aunque coloridos.
“El senador Kennedy dice la verdad sin tapujos”, dijo un asesor republicano. “No teme decir lo que piensan millones de estadounidenses, aunque eso levante las togas”.
Pero la reacción ha sido inmediata. Grupos de derechos civiles y organizaciones de defensa judicial han condenado las declaraciones de Kennedy como “profundamente irrespetuosas” y “degradantes”, especialmente dada la importancia histórica de la jueza Jackson como la primera mujer negra en la Corte Suprema.
Las redes sociales estallaron en respuesta a los informes. Etiquetas como #StandWithJusticeJackson y #KennedyCrossedTheLine se convirtieron en tendencia en cuestión de horas.
La Corte Suprema no ha emitido una declaración oficial, pero fuentes cercanas a la jueza Jackson dicen que está “profundamente decepcionada” y que está considerando si hacer comentarios públicos.
Mientras tanto, Kennedy, cuando los periodistas fuera del Capitolio le preguntaron si se arrepentía de su elección de palabras, sonrió y respondió: